Hoy quiero compartir contigo una herramienta o concepto que me ayuda a explicar algo que, a mi gusto, es fundamental:
Cómo encarar los primeros segundos de una escena improvisada.
La Alegoría del Conejo es una teoría que nos ayudará a encontrar el camino entre la neblina de la indecisión.
Muchas veces, durante los primeros segundos de una impro, nos sentimos en una especie de nebulosa que nos obliga a ir tanteando, con temor de lo que podamos llegar a encontrar en ese banco de neblina de la indefinición.
Esos primeros segundos, o incluso minutos, en una improvisación son vitales. ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Qué estamos haciendo?
Poco a poco vamos administrando la información necesaria para establecer la plataforma. Ni muy pronto ni muy tarde. Todo a su debido momento.
Pero también es claro el momento en el que la escena comienza a formarse, cuando los improvisadores e improvisadoras empiezan a darse cuenta del quién, qué, cuándo, dónde y e incluso el cómo.
Ese momento de iluminación que se produce cuando entendemos “a qué estamos jugando” llega como un refrescante soplo de viento que disipa la neblina y nos permite vislumbrar el camino que estamos por recorrer.
De tanto explicar esta situación en mis clases llegué a esta Alegoría del Conejo.
Seguro conoces el típico juego infantil en el cual tenemos que ir uniendo puntos numerados para eventualmente descubrir el dibujo.
El juego comienza uniendo el punto 1 con el 2, éste con el 3 y así sucesivamente. Tomando el ejemplo del conejo: ¿En qué punto del dibujo nos damos cuenta de que es un conejo? Probablemente cuando lleguemos a la nariz nos demos una idea, si encontramos los dientes comenzamos a intuirlo, para el momento en que llegamos a las patas, a la cola o las orejas podremos afirmar con seguridad que lo que estamos dibujando es un conejo.
Una vez que empezamos a intuir la realidad compartida, ganamos dinamismo y mayor confianza para ir de un punto al otro, e incluso nos animamos a saltarnos el orden o pintar el fondo. Una vez que nos sacamos de encima ese necesario intercambio de información fáctica, esa etapa de negociación, podremos relajarnos y jugar. Ya definimos las reglas, ahora toca jugar el juego.
Mientras más rápido encontremos las orejas del conejo, más rápido podremos seguirlo hacia su madriguera.
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